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| Río Mandeo |
Cuando el frío llega a Galicia, los caminos se vacían de ruido y se llenan de niebla, de silencio, de ese verde húmedo que parece susurrar. Caminar en invierno es otra cosa: no se trata de llegar, sino de escuchar. Por eso hoy compartimos cinco rutas que en esta estación se vuelven más íntimas, más tuyas.
1. Fragas do Eume – Senda dos Encomendeiros
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| Río Eume |
📍 Parque Natural Fragas do Eume
🌿 14 km (circular) | dificultad moderada
Un bosque atlántico que en invierno se vuelve místico. Musgo, helechos, el río Eume serpenteando entre nieblas. La ruta parte del Centro de Interpretación de Ombre y te lleva por pasarelas, puentes y senderos que parecen sacados de un cuento.
2. Ruta dos Faros – Tramo Malpica a Niñóns
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| Tramo Malpica a Niñóns |
📍 Costa da Morte
🌊 22 km | dificultad media
Aunque el Camiño dos Faros completo son 200 km, este tramo es perfecto para el invierno: acantilados, mar embravecido, faros solitarios. El viento limpia la mente y el Atlántico te recuerda lo pequeño que eres.
3. Senda do río Mandeo – Betanzos
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| Fragas do Mandeo |
📍 Betanzos y entorno fluvial
💧 8 km | dificultad baja
Una ruta tranquila que sigue el curso del río Mandeo. En invierno, el agua corre con fuerza, los molinos se mojan y los árboles desnudos dejan ver el cielo. Ideal para caminar despacio y pensar.
4. Monte Pindo – Ruta al pico
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| Monte Pindo |
📍 Carnota
⛰️ 7 km (ida y vuelta) | dificultad alta
El Olimpo gallego. En invierno, la subida es exigente, pero el aire frío y las vistas sobre la costa compensan cada paso. Las rocas graníticas parecen guardianes antiguos. No apta para días de lluvia intensa.
5. Senda litoral de Ares a Redes
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| Playa de Chamoso |
📍 Ría de Ares
🌅 5 km | dificultad baja
Un paseo costero entre aldeas marineras, ideal para días claros de invierno. El mar está quieto, los barcos dormitan, y el camino huele a sal y a leña. Perfecta para cerrar el día con calma.
🌒 Caminar en invierno: un acto de vigilia
Estas rutas no son solo caminos: son rituales de invierno, espacios donde el cuerpo se mueve y el alma se aquieta.
Si decides recorrer alguna, lleva contigo lo esencial: calzado firme, abrigo, respeto por el entorno… y tiempo.
Tiempo para parar, mirar, respirar.